viernes, 6 de noviembre de 2009

quiero


Esperaron el tranvía un largo rato, luego entraron en el bosque. Caminaron entre los árboles de sílex y bajo sus pies se fragmentaban hasta convertirse en polvo hojas grises y metálicas. Hacía mucho frío.
- ¿No tienes demasiado frío? -preguntó Lehameau.
- Oh no. Cuando estoy con usted me da calor.
- ¿Es verdad? -preguntó Lehameau riendo-. Yo también, sabes -añadió entonces muy serio-, cuando tu estas conmigo, ya no pienso en el frío, en la dureza del tiempo.
- ¿Es usted desgraciado, señor Bernard?
- ¿Yo? No. ¿Por qué piensas que puedo ser desgraciado? No soy desgraciado. No soy feliz, no es lo mismo. Pero tampoco busco ser feliz. Pero tú eres aún demasiado pequeña, demasiado joven, para entenderlo.

Raymond Queneau, Un duro invierno.
 


4 comentarios:

  1. Cuando nos escribes un poquito tuyo de ti y para ti!!!!
    Bssssssssssss

    ResponderEliminar
  2. Cuando la primavera es prometedora el invierno se ablanda. No sé si Raymond Queneau lo tuvo en cuenta. :P

    ¿Me dejas darle un mordisco a tu cupcake? :)

    ResponderEliminar
  3. A cierta edad uno se conforma con eso, y no debería ser así...
    Yo aún espero rememorar ese "saltar chispas" de la euforía infantil por casi cualquier nadería...

    Un besote!

    ResponderEliminar
  4. Nancicomansi llegará a la cuarentena.
    Y entenderá este texto en toda su extensión.

    La cosa no es que te conformes, es que ves lo que es la vida.
    Y te conformas con no ser desgraciado...
    La felicidad se compone de momentos.

    ResponderEliminar

Quien no lamenta no mama