domingo, 18 de octubre de 2009

el neón de siempre



La paradoja de la fraudulencia consitía en que cuanto más tiempo y esfuerzo invertías en resultar impresionante o atractivo a los demás, menos impresionante o atractivo te sentías por dentro: eras un fraude. Y cuanto más fraude te sentías, más te esforzabas en transmitir una imagen impresionante o agradable de ti mismo para que los demás no descubrieran a la persona vacía y fraudulenta que realmente eras. Por lógica, lo normal sería pensar que en cuanto una persona supuestamente inteligente de diecinueve años fuera consciente de esta paradoja, dejaría de ser un fraude y se conformaría con ser él mismo (fuera lo que fuese) porque se daría cuenta de que ser un fraude era una regresión infinita y viciosa que al final solo conducía a estar asustado, solitario, alienado, etcétera. Pero esta era la otra paradoja, de orden superior, que ni siquiera tenía forma o nombre: yo no lo hacía, no podía hacerlo.

David Foster Wallace, Extinción.



4 comentarios:

  1. pues es brillante...

    lolita tú das todo el perfil de calzar de castañer je

    ResponderEliminar
  2. Pues llámame rarita, pero nunca he aparentado ni he querido aparentar nada que no fuera, edad del pavo incluida.
    Nunca me ha gustazo calzarme shoes que pudieran pararme grandes, solo los de mamá y sin salir de casa, y ahora ya es tarde porque ESOS BOTINES TUYOS ME VUELVEN LOCA y ya deben pararme pequeños, aunque te juro me los metería dedillos doblaos si hiciera falta cual hermanastra de Cenicienta,¡¡por mis ovarios!!.

    BESAZOS REINA

    ResponderEliminar
  3. Y es que al final, Lolita, el ser humano es una paradoja para sí mismo.
    Cuántas veces conocemos nuestros errores, sabemos cómo evitar caer en ellos, pero cedemos ante el empuje (encanto) de lo imperfecto.

    La canción, preciosa. :)

    ResponderEliminar
  4. Mirada lo ha dicho impecable...
    A veces nos "torcemos" a posta porque, en el fondo, la perfección es taaaan aburrida...

    besazos!

    ResponderEliminar

Quien no lamenta no mama